jueves, 5 de junio de 2014


Teníamos...


Teníamos la edad,

las ganas

y un verano pesado

y lánguido por delante,

teníamos una siesta en llamas

y en la tarde,

sombras polvorientas

con las que batallar

en el desván.


Teníamos la edad,

las ganas,

eramos pájaros volanderos

aprendiendo a volar

con alas nuevas,

teníamos esa certeza

de sabernos disconformes,

“el no es justo”

como única letanía,

el corazón en cueros,

la avidez de unas manos

antes de las diez,

y ese secreto rubor

de después sobre el mantel.


Teníamos un volcán entre las piernas

y en la noche, para amarnos,

teníamos la luna y el encinar.

NG








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